miércoles, 11 de abril de 2018

Reflexionando sobre la Adecuación del Esfuerzo Terapéutico





Como casi todo en la vida, el día a día de los profesionales de la salud requiere de conocimientos, habilidades y motivación. Los conocimientos, avalados por la evidencia científica, y las habilidades, adquiridas por la experiencia, se plasman en la elaboración de protocolos y la aplicación de metodologías de cuidados.

La motivación es un elemento más sutil y personal. Cada uno de nosotros tenemos motivos para hacer lo que hacemos y pensar lo que pensamos. Sobre cada hecho concretos, personas diferentes pueden hacer un juicio totalmente contrario, lo cual no sería relevante si no fuera porque, para los profesionales de la salud, los hechos suelen referirse a terceras personas, los pacientes, y evidentemente, lo que pensamos sobre ellos y los juicios que hacemos sobre sus circunstancias les afectan en cuestiones relevantes de sus vidas.

Constantemente y de manera casi inconsciente juzgamos la realidad que nos rodea según nuestros valores y creencias. Y estos valores y creencias, que evidentemente no todos tenemos los mismos, vehiculizan dichos juicios. Nuestro trabajo, tan cercano a cuestiones de especial relevancia para el ser humano como la vida o la muerte, nos exige elevar nuestros juicios a un necesario nivel de conciencia para poder darnos cuenta de lo relevante de nuestra actuación y sus efectos sobre las personas que cuidamos. Es decir, necesitamos pararnos y reflexionar.





Con este objetivo de reflexionar hemos planteado la sesión número dos de nuestro curso “Miércoles de Bioética”.
Para ello partimos de un video que, a modo de ejemplo, ilustra una situación en la que todos los personajes, profesionales y familiares, exponen sus juicios sobre la situación de Antonia, una anciana en fase terminal no agónica que vive con su hija y cuidadora principal, Mamen. La escena resulta familiar para muchos trabajadores de los servicios de salud. La situación de la anciana se plantea como irreversible, y además se van sumando complicaciones “normales” que hacen evidente la necesidad de plantear cuestiones como: “¿hasta cuándo?, ¿hasta dónde?”, es decir, sobre la proporcionalidad o desproporcionalidad de las medidas, en conclusión, se cuestiona si la intervención es fútil.

Evidentemente, en la Adecuación del Esfuerzo Terapéutico, la toma de decisiones es un proceso complejo.
El legislador intenta regular el procedimiento por el que debe aplicarse la proporcionalidad del esfuerzo terapéutico. En nuestra comunidad autónoma el marco legal necesario lo encontramos en la Ley 1/2015, de 9 de febrero, de derechos y garantías de la dignidad de la persona ante el proceso final de su vida (BOC 30, de 13.2.2015).

Como suele ocurrir con las leyes, en ellas se dice “qué no hacer”, pero no resuelve claramente el “cómo hacer”. A modo de pinceladas, podemos intuir algunas referencias en su artículo 21 a la necesidad de la práctica deliberativa, y, por otro lado, el artículo 28 de la misma ley contempla la necesidad de consulta, en casos de discrepancias, a los Comités de Ética Asistencial.




Por todo ello consideramos que el enfoque de esta sesión debía ser eminentemente práctico. Queríamos plantear la necesidad de pararnos, reflexionar y aprender a afrontar los cuestionamientos éticos siguiendo un modelo deliberativo concreto.
Es el modelo deliberativo de Diego Gracia en el que, partiendo de los hechos objetivos, planteáramos qué problemas éticos surgen y qué conflictos de valores de sus protagonistas genera este problema ético.
Se identifican los cursos de acción extremos, para que, tras descartarlos busquemos el mayor consenso posible en los cursos intermedios de acción.


María Luz Ibáñez Garrote
Enfermera de Salud Mental
Máster en Bioética
Miembro del Comité de Ética Asistencial del H Dr Negrín


“Nadie posee la verdad moral absoluta, razón por la cual es necesaria la deliberación colectiva. Todas las perspectivas reales, las de todas las personas implicadas y afectadas por la decisión son importantes para perfeccionar nuestro sentido moral…
El conocimiento de nuestras responsabilidades morales propias es necesariamente imperfecto e incierto; en otras palabras, es problemático…
El problema real no está al final del proceso, en la decisión; la verdadera cuestión es el proceso en sí. Entre otras cosas, porque no es seguro que los problemas morales puedan tener una única solución, o al menos una y solo una solución.”
(Diego Gracia)



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