martes, 19 de junio de 2018

Psiquiatría y Ética (1): Concepción del enfermo mental a lo largo de la historia





La relación existente entre la Psiquiatria y la Ética se ha visto modificada por la concepción del enfermo mental en los diferentes períodos históricos.

En la época griega la enfermedad mental era un hecho sagrado. 
Fue en esta etapa cuando Hipócrates elabora su conocido Juramento que se mantendrá durante siglos primando el principio ético "primun non nocere", y cuando nace la búsqueda de la beneficencia del paciente y del modelo paternalista en la esencia de la práctica  médica.

En la Edad Media los pacientes se trataban como poseídos y se entendía la enfermedad mental como consecuencia del pecado. 
En esta época se realizan trepanaciones en la búsqueda de la piedra de la locura que pudiera explicar la supuesta necedad y laxitud moral de estas personas que las hacia merecedoras del castigo divino.



Extracción de la piedra de la locura
El Bosco, 1494
Museo del Prado

Más tarde, en el Renacimiento, se opta por abandonar al enfermo a su suerte en barcos a la deriva por los caminos fluviales de Europa. 
En contrapartida, Joan Gilabert Jofré creará en Valencia en 1409 el Hospital de los Santos Inocentes encargado del cuidado de los enfermos mentales.



La nave de los locos
El Bosco, entre 1490 y 1500
Museo del Louvre

En el siglo XVII, entendiendo que lo que distingue al ser humano de la bestia es la posesión de la razón, los enfermos mentales son tratados como seres inhumanos y se les hacina sin distinción alguna en lo que se daría en llamar “el gran asilo de las miserias humanas".

Posteriormente, con los valores de la Ilustración, surge la figura de Philippe Pinel que, promulgando la teoría moral, procede a la liberación de los enfermos de las cadenas en el hospital de la Saltpetriere y fundamenta el inicio de la ética del cuidado en Psiquiatria. 
Algunos de los preceptos en los que se basará la teoría moral son la obligación social de ayuda a los enfermos, el reconocimiento de la capacidad de autodeterminación de éste, así como la importancia de la terapia ambiental en el proceso de sanación. 
Sin embargo a pesar de este nuevo paradigma no se observarán cambios reseñables y duraderos en el cuidado del enfermo y en el siglo XX continuarán hacinados en los manicomios y siendo receptores en muchos casos de tratamientos invasivos y coercitivos.



Pinel a la Salpetriere
Robert Fleury, 1876
Hospital de la Salpetriere

A raíz del Código de Nuremberg en 1947, se resalta la necesidad del consentimiento voluntario del paciente en la realización de cualquier tipo de investigación o práctica. 
Estos principios son posteriormente ampliados en la Declaración de Helsinki (1964) y el Informe Belmont (1978), texto este último donde por primera vez se integran los principios éticos de beneficencia, autonomía y justicia. 
En 1979 se publica “Principios de la ética biomédica”, de James Childress y Tom Beauchamp, donde se profundiza en el proceso deliberativo y la ponderancia de estos principios.

Por otro lado, otro de los hitos que cambiarán definitivamente la relación médico paciente es el inicio de la farmacologia en 1950 con la introducción de la clorpromazina que permitirá la mejoría sintomática del paciente y el planteamiento de otras intervenciones desde el ámbito comunitario. 
Ante la esperanza inicial vendrán también las críticas y los recelos por  los efectos secundarios de los tratamientos y se abrirá la puerta a otros nuevos dilemas en relación con  la ética del tratamiento.  
El beneficio del tratamiento estará condicionado por la no maleficiencia (la influencia de la medicación en el empeoramiento de otros procesos fisiológicos del paciente) y asociado al principio de autonomía (las preferencias del paciente respecto al tratamiento de elección,  la dosis y el establecimiento de la mínima dosis eficaz).

A su vez, se empieza a vislumbrar un nuevo cambio en la visión del enfermo proveniente de la Antipsiquiatría, especialmente con Franco Basaglia, que critica fuertemente las instituciones psiquiátricas y los internamientos como fuente de deshumanización y coerción. 
Por otro lado otra de las aportaciones relacionadas con el cambio procederá de Estados Unidos donde Goerge Engel desarrolla el modelo biomédico para establecer una concepción unitaria biopsicosocial en el tratamiento del enfermo.




Finaliza el siglo XX con la desinstitucionalización del enfermo promovida por la Ley General de Sanidad del año 1986 y el cierre de los antiguos manicomios apostando por una concepción comunitaria de ayuda al enfermo.

En resumen, a día de hoy, la relación que se establece entre la ética y la psiquiatría es muy íntima. 
Las condiciones en el tratamiento del enfermo ya no son las mismas que en la antiguedad pero algunos elementos estructurales pueden hacer tender hacia la deshumanización del arte médico y hacia una pérdida de identidad del paciente ya por si mermada por la enfermedad.

El paciente acude al psiquiatra porque es su “ser mismo” el que le duele y no sólo ofrece el examen de un órgano sino de su intimidad e historia. El paciente no posee distancia entre él y su dolencia por eso su indefension es mayor. Lo cognitivo, afectivo, su identidad, sus deseos, sus decisiones se encuentran en la definición misma de su dignidad  y sus derechos. 

Es por eso por el que el imperativo ético es más exigente si cabe en la actual psiquiatría.



Juana Teresa Rodríguez Sosa
Médica Psiquiatra
Miembro del Comité de Ética Asistencial del Hospital Dr Negrín

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