La relación existente entre la Psiquiatria
y la Ética se ha visto modificada por la concepción del enfermo mental en los
diferentes períodos históricos.
En la época griega la enfermedad
mental era un hecho sagrado.
Fue en esta etapa cuando Hipócrates elabora su
conocido Juramento que se mantendrá durante siglos primando el principio ético "primun non
nocere", y cuando nace la búsqueda de la beneficencia del paciente y del
modelo paternalista en la esencia de la práctica médica.
En la Edad Media los pacientes se
trataban como poseídos y se entendía la enfermedad mental como consecuencia del
pecado.
En esta época se realizan trepanaciones en la búsqueda de la piedra de
la locura que pudiera explicar la supuesta necedad y laxitud moral de estas
personas que las hacia merecedoras del castigo divino.
Extracción de la piedra de la locura
El Bosco, 1494
Museo del Prado
Más tarde, en el Renacimiento, se
opta por abandonar al enfermo a su suerte en barcos a la deriva por los caminos fluviales de Europa.
En contrapartida,
Joan Gilabert Jofré creará en Valencia en 1409 el Hospital de los Santos
Inocentes encargado del cuidado de los enfermos mentales.
La nave de los locos
El Bosco, entre 1490 y 1500
Museo del Louvre
En el siglo XVII, entendiendo que lo
que distingue al ser humano de la bestia es la posesión de la razón, los
enfermos mentales son tratados como seres inhumanos y se les hacina sin
distinción alguna en lo que se daría en llamar “el gran asilo de las miserias
humanas".
Posteriormente, con los valores de la
Ilustración, surge la figura de Philippe Pinel que, promulgando la teoría moral,
procede a la liberación de los enfermos de las cadenas en el hospital de la
Saltpetriere y fundamenta el inicio de la ética del cuidado en Psiquiatria.
Algunos de los preceptos en los que se basará la teoría moral son la obligación
social de ayuda a los enfermos, el reconocimiento de la capacidad de
autodeterminación de éste, así como la importancia de la terapia ambiental en
el proceso de sanación.
Sin embargo a pesar de este nuevo paradigma no se
observarán cambios reseñables y duraderos en el cuidado del enfermo y en el
siglo XX continuarán hacinados en los manicomios y siendo receptores en muchos
casos de tratamientos invasivos y coercitivos.
Pinel a la Salpetriere
Robert Fleury, 1876
Hospital de la Salpetriere
A raíz del Código de Nuremberg en 1947, se resalta la
necesidad del consentimiento voluntario del paciente en la realización de
cualquier tipo de investigación o práctica.
Estos principios son posteriormente
ampliados en la Declaración de Helsinki (1964) y el Informe Belmont (1978),
texto este último donde por primera vez se integran los principios éticos de
beneficencia, autonomía y justicia.
En 1979 se publica “Principios de la ética biomédica”, de James Childress y Tom Beauchamp, donde se profundiza en el proceso deliberativo y la ponderancia de estos
principios.
Por otro lado, otro de los hitos que
cambiarán definitivamente la relación médico paciente es el inicio de la
farmacologia en 1950 con la introducción de la clorpromazina que permitirá la
mejoría sintomática del paciente y el planteamiento de otras intervenciones
desde el ámbito comunitario.
Ante la esperanza inicial vendrán también las
críticas y los recelos por los efectos
secundarios de los tratamientos y se abrirá la puerta a otros nuevos dilemas en
relación con la ética del
tratamiento.
El beneficio del
tratamiento estará condicionado por la no maleficiencia (la influencia de la
medicación en el empeoramiento de otros procesos fisiológicos del paciente) y
asociado al principio de autonomía (las preferencias del paciente respecto al
tratamiento de elección, la dosis y el
establecimiento de la mínima dosis eficaz).
A su vez, se empieza a vislumbrar un nuevo
cambio en la visión del enfermo proveniente de la Antipsiquiatría, especialmente con Franco Basaglia, que critica
fuertemente las instituciones psiquiátricas y los internamientos como fuente de
deshumanización y coerción.
Por otro lado otra de las aportaciones relacionadas
con el cambio procederá de Estados Unidos donde Goerge Engel desarrolla el
modelo biomédico para establecer una concepción unitaria biopsicosocial
en el tratamiento del enfermo.
Finaliza el siglo XX con la desinstitucionalización
del enfermo promovida por la Ley General de Sanidad del año 1986 y el cierre de
los antiguos manicomios apostando por una concepción comunitaria de ayuda al
enfermo.
En resumen, a día de hoy, la relación que se establece
entre la ética y la psiquiatría es muy íntima.
Las condiciones en el tratamiento del enfermo ya no
son las mismas que en la antiguedad pero algunos elementos estructurales pueden
hacer tender hacia la deshumanización del arte médico y hacia una pérdida de
identidad del paciente ya por si mermada por la enfermedad.
El paciente acude al psiquiatra porque es su “ser
mismo” el que le duele y no sólo ofrece el examen de un órgano sino de su
intimidad e historia. El paciente no posee distancia entre él y su dolencia por
eso su indefension es mayor. Lo cognitivo, afectivo, su identidad, sus deseos,
sus decisiones se encuentran en la definición misma de su dignidad y
sus derechos.
Es por eso por el que el imperativo ético es más
exigente si cabe en la actual psiquiatría.
Juana Teresa Rodríguez Sosa
Médica Psiquiatra
Miembro del Comité de Ética Asistencial del Hospital Dr Negrín
No hay comentarios:
Publicar un comentario